miércoles, 28 de agosto de 2019

Mi crítica de "J. Timerman" (Teatro)

Acabo de ver esta obra de la siempre talentosa Eva Halac por Teatrix, y debo decir que me gustó mucho, es una pieza plenamente llevadera, en el mejor sentido de este término, ya que tiene ritmo, tiene muy buenas interpretaciones (de actores del teatro off), tiene una carga de información importante y posee vuelo poético propio. ¿Qué más se le puede pedir a una obra nacional hoy en día? Hasta es posible encontrar una buena veta de suspenso en su argumento, lo que le agrega un contenido más al cóctel. Y rescata la presencia de ese gran y controvertido periodista (y maestro de periodistas) que fue Jacobo Timerman, el fundador del diario "La Opinión", diario que se consagró a difundir la cultura y la vida política y social de un país en un momento de encrucijadas para el devenir de la Nación. Aún hay quienes conservan sus suplementos culturales (un verdadero ícono de nuestra literatura) y como dice el propio Timerman en la obra: "hay diarios que sirven para poner en el piso cuando se pinta una pared, mi diario es uno de esos que no se tira sin sentir un gran remordimiento de culpa". También se lo acusa, dentro de la propia obra, de difundir el pensamiento de los movimientos de izquierda en la década del 60 y 70, así como los comunicados del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) a quienes favorecía bastante. Y, en plena época del gobierno del Gral. Lanusse, se lo tachaba de estar en contra del gobierno y criticarlo duramente, lo cual ya era toda una audacia (precisamente en esos tiempos es en dónde se desarrolla la obra). "¿Acaso se puede hacer periodismo si no se critica al gobierno de turno?", menciona también Timerman.
Es una obra de neto tinte político, aunque también didáctica sobre como ejercer de veras y con pasión el difícil oficio de periodista, en medio de todo un clima de caos social que lo envolvía todo. Es también una obra de hombres, ya que siete de sus ocho personajes son masculinos, salvo uno incidental de una modista que es la que pone una bomba en el casamiento de la hija de Lanusse, pero de muy corta ejecución dentro de la pieza. Tal vez porque en esos tiempos todo el poder (militar y periodístico) estaba detentado en manos de los hombres, y las mujeres no tenían ni voz ni voto a la hora de establecer códigos (salvo en áreas de la moda). Pero la moda era también lo que se manejaba dentro de los cánones periodísticos y del estilo de escritura del momento.
La escenografía de la puesta en su concepción total se circunscribe a unas vallas que parecen las que se colocan en la calle ante algún accidente físico o una obra en construcción, y bordean el espacio escénico por sus dos costados. En el pasillo que permiten estos elementos es que se desarrolla toda la acción. La situación se presenta mediante dos discursos alternados y simultáneos, en dos frentes que cohabitan: el de la residencia de Olivos con los militares que presiden el país: Gral. Lanusse (Cano) (Mucio Manchini) y Gral. Sánchez de Bustamante (Tommy) (Carlos Scaruk), y el de la redacción del periódico con Jacobo Timerman a la cabeza (excelente labor de Guillermo Aragonés) y su colaborador principal Abasha Rotenberg (Leonardo Murúa), el encargado del área de finanzas del diario, de íntima confianza de Timerman. Los militares nos caen simpáticos, están tratados bajo la óptica de una cercanía y una empatía particular, no como en otras tantas ficciones (y realidades) en que los vimos. Y Timerman está presentado como un editor exigente, perfeccionista, algo neurótico y verborrágico, pero que nos cae bien de entrada. Estamos en pleno año 71, Lanusse baraja la opción de presentarse a elecciones libres para ser autenticado como presidente en el poder, mientras el periodista desata toda su artillería pesada contra él, haciéndolo considerar a "La Opinión", como un pasquín que alberga comunistas. Se lo acusa a Timerman de querer ser el justiciero de los 20 años. Está también metido en el asunto David Graiver (Cristian Majolo), quien mantiene un doble vínculo, el público con la junta militar, ocupando un ministerio y en secreto se vincula con Timerman, quien lo manda a que le pase información de los uniformados. Existe otro periodista estrella en el diario, Julián Sorel (Juan Pablo Galimberti), quien defiende a viva voz el modelo de vida socialista y reivindica al comunismo y la performance cubana y revolucionaria, quien será de importancia para la acción dramática por venir. Graiver cuenta cómo vino recientemente de El Cairo, en donde estuvo tomando té de menta y comprando finas camisas de lino, posee un tic nervioso en la cara y es un dandy desfachatado.
Estamos en momentos en que se está por casar la hija de Lanusse con Rimoldi Fraga, el cantante, y los militares están preparando toda la recepción en el salón de la quinta de Olivos para la novia. Se les impone un personaje de seguridad muy particular, el cubano Félix Rodríguez, quien ha estudiado en West Point y abjura del gobierno de Fidel Castro actualmente en el poder. Está entrenado para detectar cualquier complot subversivo que afecte la seguridad de la boda. Cuando entra la modista a dejar el vestido de novia, éste detecta al momento que algo extraño sucede, y es allí nomás cuando explota una bomba de dimensiones caseras, que si bien no logra empañar la fiesta, les proporciona un buen susto a Lanusse y compañía. Se produce simultáneamente un levantamiento militar en las ciudades de Azul y Olavarría, que es sofocado por el gobierno. En esos tiempos Timerman reivindica la función de su diario: no tiene apartados de fútbol ni fotografías, sólo un abultado suplemento cultural, porque dice que su lector tipo no es el hombre que gusta del fútbol sino uno educado, culto, sensible al buen gusto y que cultiva la elegancia de espíritu, para ellos está destinada "La Opinión".
La boda se lleva a cabo el 9 de octubre, día en que se conmemoran cuatro años de la muerte del "Che" Guevara en Bolivia, y Félix Rodríguez, al oír determinado aniversario se delata como en autor intelectual de ese asesinato: él no mató al Che, pero sí dio la orden. Es en pleno baile de la boda en donde se infiltra el comunista Julián Sorel y va a intentar matar a Rodríguez para vengar el asesinato de su amado ídolo. Pero no tiene suerte, su desbarajuste es sofocado ampliamente y es lastimado en la frente, Por eso busca amparo con Timerman quien lo hace desaparecer de la escena social del país y lo confina a una quinta de su familia. Timerman en un rapto de humor de la obra le reprocha: "en vez de intentar matarlo le hubieras hecho un reportaje, ¡sabes qué nota!" Y acota: "tenemos que luchar contra la violencia de cualquier tipo, para eso tenemos un diario, para escribir, tenemos ese privilegio". Y con esta frase como corolario prácticamente se cierra la obra, Una frase perfecta que le calza justo. "Tenemos ese privilegio", refrenda Timerman, y ese es justo el valor de la palabra contra los abusos de cualquier tipo, el poder de desbaratar al enemigo utilizando armas más nobles e ingeniosas que cualquiera de las que éste pueda usar.
Gran logro de Eva Halac desde el libreto y la dirección de una obra potente, convincente y auténtica que reivindica el coraje del periodismo y el valor del lenguaje para enfrentar a la necedad. Gracias Teatrix.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



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