viernes, 16 de agosto de 2019

Mi crítica de "Vértigo" (Cine-Alfred Hitchcock-1958)

En 1992, una asamblea de críticos internacionales nombrados para designar a las diez mayores obras maestras del cine votó a "Vértigo". Desde su reposición en las salas, en 1983, este film resultó favorecido por una clasificación impresionante. Sin embargo, en 1958, momento de su estreno, el público quedó algo desconcertado. ¿"Vértigo" fue un fracaso comercial? "Cubrió los gastos", dirá Hitchcock lacónicamente a Francois Truffaut.
Es necesario decir que la campaña publicitaria estaba completamente desfasada respecto del contenido del film. En los afiches se prometía un nuevo "thriller romántico" con dos grandes estrellas en el fondo de una ciudad de ensueño (San Francisco). Ahora bien, el espectador se sumerge desde los primeros planos en un clima totalmente deprimente. Y el suspenso se desvanece en las dos terceras partes de la acción. Como Hitchcock había basado su guión en un libro de Boileau y Narcejac los críticos insistieron en comparar en un principio "Vértigo" con "Las Diabólicas", la película de Henry Georges-Cluzot estrenada dos años antes según una novela de los mismos autores. En ambos casos había un falso asesinato y un personaje que sufría una discapacidad. Cluzot había convertido a la verdadera víctima en un cardíaco. Hitchcock nos muestra a un James Stewart sometido al vértigo. Algunas malas lenguas llegaron a decir que Hitchcock estaba celoso del éxito del director francés, en quien veía un futuro rival. Es cierto que había estado muy interesado en la novela de Pierre Boileau y Thomas Narcejac, a tal punto que había intentado comprar los derechos. Pero Cluzot había sido más rápido. ¿Boileau y Narcejac lo sabían? ¿Escribieron "De entre los muertos", novela que dio origen a "Vértigo" para una adaptación a la pantalla? Es lo que afirma Francois Truffaut y ambos escritores. "Hacía tres años que esperábamos un nuevo gesto de interés por parte del maestro", explican. Pero la novela se publicó antes que el gesto se manifestara, y fue la Paramount quien se comunicó con Hitchcock. Este confió primero la adaptación de la novela a Maxwell Anderson, de quien, sin embargo, tenía razones para desconfiar, puesto que su trabajo para "El Hombre Equivocado" le había parecido muy pobre. De hecho, la copia que le entregó fue catastrófica: era imposible extraer algo de ese guión que Anderson había titulado: "Sombra, escucho". Pero Hitchcock tenía tiempo. James Stewart, a quien había decidido otorgarle el papel principal, estaba ocupado. Entonces, mientras esperaba, pensaba en el film. Tenía en la cabeza imágenes obsesivas muy claras. "Esta historia requiere un escenario urbano sofisticado. Y de todos los que se conocen en Estados Unidos -se decía- San Francisco es el que más conviene". Si bien los personajes no se perfilaban todavía muy claramente, Hitchcock ya había elegido algunos lugares esenciales: un viejo cementerio, un bosque de sequoias,un museo y una misión católica española.
Llamaron a un nuevo guionista. De hecho, Alec Coppel fue impuesto por los dirigentes de la Paramount. El trabajo resultó mucho más lamentable. En ese momento, Vera Miles le anunció a Hitchcock que estaba embarazada y que no podía hacer la película. Después de unos años, el director se había ingeniado para hacer de ella una criatura puramente hitchcockiana. En su mente, ella debía reemplazar a Grace Kelly. "¡En vez de aprovechar su suerte se embaraza!, -vociferó-. La película iba a convertirla en una verdadera estrella pero no fue capaz de resistir a Gordon Scott. Tendría que haber tomado una píldora anticonceptiva".
Hitchcock, desesperado, tuvo que conformarse con aceptar a Kim Novak, que la sociedad de productores le sugería. Pero la actriz era un tanto caprichosa: "Llegó con todo tipo de ideas preconcebidas -recuerda Edith Head, la modista del rodaje-. Se negaba a llevar el tailleur gris y zapatos marrón oscuros puesto que le acentuaban las pantorrillas que consideraba muy gordas. Entonces le dije que releyera el guión". Hitchcock ya no quería seguir perdiendo tiempo. Se abalanzó sobre la estrella en una empresa de desestabilización psicológica. Al hablarle de todo menos de cine, "logró -según Herbert  Coleman, el productor asociado- producirle el sentimiento de que era una niña desesperada, ignorante y sin instrucción. Al final del día estaba dócil, obediente e incluso un poco perturbada". De todas maneras, Hitchcock nunca la querrá, puesto que ella había tenido la desgracia de querer escapar a su influencia. "La señorita Novak llegó al set con ideas que desafortunadamente me resultaba imposible compartir", dirá muchos años después, mientras que la opinión unánime fue que ella estuvo excelente en el film.
Durante ese tiempo, ante las lagunas del guión, Hitchcock recurrió a un tercer guionista, Samuel Taylor, un dramaturgo de San Francisco. Él, al menos, tendrá conocimiento del terreno, se decía. "No leí la novela francesa -recuerda Taylor-, Hitchcock no lo deseaba. Sabía exactamente lo que quería. Pero le faltaba la historia y no había aún verdaderos personajes. Nos pusimos a trazar en líneas generales escena por escena. Me di cuenta de que los personajes necesitaban ser individualizados y humanizados y de que había que darles más vida. Por ejemplo, él siempre tenía en la mente la escena del cementerio. Pero los acontecimientos que conducían a ella permanecían completamente vagos e inexplicados".
Samuel Taylor tomó su trabajo muy seriamente. Recorrió palmo a palmo los lugares ya señalados para impregnarse de ellos y volvió con personajes sólidos... y un título: "Vértigo", que le gustó enseguida a Hitchcock.
Debido a esta nueva forma de trabajar, Hitchcock tomó distancia de la novela de Boileau y Narcejac, de la cual sólo conservó a fin de cuentas la idea original. La acción de "De entre los muertos" se desarrolla durante la Segunda Guerra Mundial en Francia. Que Hitchcock haya suprimido esta alusión histórica no es sorprendente, puesto que el público norteamericano se hubiera decepcionado. En el libro el suspenso es total. Sólo se descubre la verdad en las últimas páginas. El héroe termina estrangulando a Madelaine al esforzarse por arrancarle confesiones. Ella muere, pero le quedará una horrible duda. "Él pasaba sus labios sobre su frente pálida y le decía: 'Te esperaré' -explican los autores- El mito es más fuerte. Era un suspenso que se perpetuaba más allá del punto final".
Al contrario, Hitchcock revela la intriga en los dos tercios del film. Madelaine y Judy son una sola y misma persona. James Stewart fue víctima de una maquinación que apuntaba a hacer desaparecer a otra mujer. Además, hace que muera accidentalmente Madelaine en el último segundo, cuando por fin había dicho la verdad. Acerca de la construcción de la película, se explicó detenidamente con Truffaut: "Volvemos una vez más a la alternativa acostumbrada, ¿suspenso o sorpresa? Durante un tiempo, Stewart va a creer que Judy es Madelaine, luego se resignará a la idea contraria si Judy acepta parecerse en cada detalle a Madelaine. Pero el público recibió la información. Entonces creamos un suspenso basado en esta pregunta, ¿cómo reaccionará James Stewart cuando descubra que ella le ha mentido y que es efectivamente Madelaine?"
El hecho de que el suspenso se haya desplazado en la mitad del film tiene también una explicación para Hitchcock: la maquinación cuya víctima es James Stewart no tiene ninguna importancia, porque "Vértigo" no es un thriller común. Nada que ver con sus películas anteriores, donde la acción desembocaba naturalmente en la resolución de un enigma. Aquí, en las primeras imágenes nos sumergimos en un universo oscuro, poblado de fantasmas y de símbolos donde la lógica no tiene cabida. Porque, ¿de qué se trata? Hay una mujer que afirma estar obsesionada por una muerta y que finalmente se suicida. Un hombre sometido al vértigo que obliga a una desconocida que se asemeje a la desaparecida. Y, al final, dos seres que ya no saben quiénes son.
Innumerables fueron las interpretaciones psicoanalíticas, filosóficas y psicológicas, incluso esotéricas de este film. Además fueron favorecidas por Hitchcock mismo quien declaró particularmente a Francois Truffaut: "Hay en la película otro aspecto que llamaría sexo psicológico: la voluntad que anima a este hombre a recrear una imagen sexual imposible. Para decirlo sin vueltas: este hombre desea acostarse con una muerta. Hay necrofilia". Además, Boileau y Narcejac dan una de las claves del film cuando explican lo siguiente: "Retomamos el mito de Orfeo que va a recuperar a su amada en el reino de los muertos. Es a Eurídicie a quien nuestro héroe lleva de la mano y trae de ese país de donde no se vuelve". El fracaso del film y el del mito griego son también análogos. Eurídice desaparece en el mismo momento en el que Orfeo iba a lograr traerla al mundo de los vivos. "Lo que más me interesaba eran los esfuerzos que hacía James Stewart para recrear a una muerta", subrayará Hitchcock. Desafortunadamente, nada es simple en este film donde todas las apariencias son engañosas y donde todo se relaciona con todo. Porque esta mujer a la que James Stewart se esfuerza por recrear modelándola nunca está realmente muerta. La que tiene en sus brazos es la que conoció, pero con otra identidad. Y cuando James Stewart hace de Pigmalión, retoma el camino que había seguido el hombre que había transformado a Judy en carnada para tenderle una trampa. Un verdadero rompecabezas. El vértigo del cual sufre James Stewart es también al que el director lleva a sus espectadores.
Por la fuerza de su estructura, por la complejidad de las relaciones entre los personajes, "Vértigo", toma el aspecto de un testamento donde nada está dejado al azar, donde cada plano fue programado hasta en sus más mínimos detalles. "Cada elemento de la película -escribe Donald Spoto- está asociado con los demás; cada color, cada accesorio decorativo o de vestuario, por más minúsculo que sea. Cada palabra del diálogo, cada ángulo de la cámara, cada gesto, cada mirada tiene un vínculo orgánico con el conjunto". No es casualidad que la película utilice muchos espejos donde, de reflejo en reflejo, el ojo se pierde. Las asociaciones de ideas brotan: para vencer su vértigo, el héroe debe enamorarse. Algunas secuencias se superponen y el espectador pierde sus marcas. Así, en la gran escena del beso, la cámara gira siguiendo un ángulo de 360 grados. El decorado comienza a cambiar y pasa de una habitación a un monasterio, lugar del drama. "Era para causarle a Scottie el sentimiento de regreso al punto de estabilidad", comenta Hitchcock.
Se comprende: Hitchcock se adueñó completamente del guión para hacer el soporte de sus propias fantasías. Samuel Taylor, el guionista, tuvo conciencia de ello: "De la primera a la última imagen, fue su película. Hitchcock estaba allí en cada instante, y todos los que lo vieron durante la dirección pudieron comprender como yo hasta qué punto la vivía". James Stewart también tendrá conciencia de haber interpretado indirectamente el papel del director: "Es un logro incomparable de parte de Hitchcock -explica-. Y puedo decir que era para él un film muy personal en el momento incluso en que lo estábamos filmando".
Entre los innumerables rasgos autobiográficos de la película, existe el cuidado muy particular y bastante demoníaco que pone Scottie en vestir de pies a cabeza a Judy de manera que ella se parezca a Madelaine (en los años sesenta esta escena resultó chocante a las feministas norteamericanas que vieron en ello una prueba abrumadora de misoginia). Hitchcock también tenía este tipo de preocupaciones. A Tippi Hedren, su actriz de "Los Pájaros", le ofreció un guardarropas suntuoso. ¡Y Grace Kelly reveló que se interesaba en detalles tan íntimos como el color de un par de zapatos! Cuando el psiquiatra pronuncia respecto a James Stewart un veredicto inapelable: "melancolía aguda y complejo de culpa", el biógrafo de Alfred Hitchcock, Donald Spoto lo interpreta como una autocondena del director. Este último atraviesa una etapa difícil durante la preparación y la filmación de "Vértigo". Se enfermó gravemente dos veces y debieron operarlo de una hernia con urgencia.
Cerca de los sesenta años, está obsesionado con la muerte. De hecho, su obra se teñirá de preocupaciones más graves y los films siguientes -"Intriga Internacional", "Psicosis", "Los Pájaros"- se sumergen en la misma clase de ambiente.
Hitchcock seguirá conservando una debilidad por "Vértigo". A comienzo de los años sesenta prohibirá la explotación comercial de la película, bloqueando su difusión tanto en salas como en videocasetes hasta su muerte. Sabía que esa película de una extraña belleza tendría una segunda oportunidad.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



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