viernes, 15 de mayo de 2020

Mi crítica de "Interiores" (Cine-Woody Allen-1978)

Es considerable ver cómo Woody Allen es un cineasta inquieto y nunca conformista de pisar terreno conocido. Un año antes de "Interiores" había ganado con la comedia seria "Annie Hall" los cuatro Oscars principales. No conforme con eso, decide dar un vuelco de 180° a su carrera y nos depara otra sorpresa más en su camino: nos presenta un drama al más puro estilo Bergman sin su presencia y sin un sólo chiste. Es este un Allen sin Allen, lo cual dividió a su público, unos enojados con él por esta nueva humorada (algunos lo tomaron así) y otros aceptándolo como un director consumado. La película igualmente se acercó al Oscar en cinco rubros: Mejor Director, Mejor Actriz, Geraldine Page, Mejor Actriz Secundara: Maureen Stapleton, Mejor Guión: Woody Allen y Mejor Dirección de Arte: Mel Bourne y Daniel Robert.
Ya habíamos hablado de que Woody es un gran director de actores, y aquí lo vemos exprimiendo al máximo lo mejor de ellos. Y ahora aprende a escribir parlamentos para mayor cantidad de personajes, ya que hasta ahora sólo había escrito para dos o tres (la película anterior "Annie Hall" en donde escribía, a lo sumo, para tres), aquí encara ocho personajes -luego vendrá "Manhattan", su consagración como guionista-, todos protagónicos y todos con parlamentos elaborados. Así como es sorprendente ver cómo fue corrigiendo el guión, ya que tenemos en mano el guión original de la película, y al verla, podemos comprobar cómo muchas escenas y diálogos, han sido modificados, adaptados, o, simplemente eliminados. Tal es el caso de los personajes que sólo vienen a adornar la acción, distrayéndola de su objetivo personal, o la parte final del film, que en el guión está resuelta verbalmente y luego de modo visual en la filmación, lo cual ilustra cómo evoluciona la labor del cineasta desde la concepción hasta la realización. Es remarcable también la fotografía de Gordon Willis, quien subraya el mundo interior de Eve, con sus tonos grises y pastel, dando a la imagen ese cromatismo y creando, por ello, los climas necesarios para que se desarrolle el drama.
Este escape de Woody de la comedia, lo hace "sentarse a la mesa de los mayores" -en sus palabras-, ya que siempre consideró a la comedia un género menor y al drama como el más acabado, en cuanto a perfección artística, sin advertir -o sin querer reconocerlo- que la comedia es un género mucho más difícil de lograr que el drama. Y que las cosas trascendentes, dichas en forma cómica, tienen una impronta mayor que el discurso dramático. También en este aspecto siguió los pasos de Chaplin, quien, después de haberse revelado como un gran cómico, se despachó con un drama como lo fuera "Una Mujer de París", película sin una sola risa, que desató una ola de críticas, tanto a favor como en contra.
 La película se abre dentro de una gran austeridad. Los títulos aparecen en pantalla sin que se aprecie música de ningún tipo -como ya lo había experimentado en "Annie Hall"-. Ello nos deja una idea clara de las intenciones de su autor. Rodada en Long Island, tiene toda la apariencia de un ambiente asfixiante, cerrado, catártico. "Interiores" no es ni pretende ser original en demasía. Es un film sencillo en el que pasan cosas: menos ambicioso, en alguna medida, que todos los realizados por Allen anteriormente, y con una virtud indiscutible: es tan real en los comportamientos, tan natural en la dirección de actores, que apenas "se nota" la crisis en todos ellos. Los testigos silenciosos del drama arrastran, cada uno de ellos, una problemática tanto o más compleja de la que no pueden liberarse. "Interiores" es, incluso, una película relativamente diáfana y, aunque esté muy mal utilizar la palabra, "abierta". Puede resultar "abierta" en un sentido: es difícil calibrar las pautas para su entendimiento, porque sus lecturas son múltiples. Resulta, de esa manera, un film emocionante y riguroso. Un ejemplo de cine murmullo, de cine de sentimientos y de cine de sensibilidad; en definitiva, de cine total.
Muchas cosas hay en esta película que nos recuerdan a Bergman: la cámara estática, retenida para un momento de contemplación, las salas y posesiones de una familia, la gente que entra en estas salas, en donde sus voces tienen más importancia que el movimiento. Pero Woody Allen, a propósito de estos comentarios, dijo que la película dramática "Interiores" pertenece más a la tradición de Eugene O'Neill que a Ingmar Bergman. Sea cierta o no la influencia de Bergman en algunas de las películas de Allen, las diferencias entre ambos son notorias, especialmente entre el puro paralelismo que hay entre el cine norteamericano y el sueco. Además no hay que olvidar que esta es la primera película esencialmente dramática en la filmografía de Woody Allen, acostumbrado a las comedias con grandes dosis de humor.
En la película nos cuenta la crisis de una familia y desarrolla los pormenores que han llevado a esta familia a esa situación conflictiva. Pero su planeamiento es muy reservado: cada escena es vital, y el diálogo tiene la precisión de una historia corta. No hay ninguna situación efectista a menos que el efecto contribuya específicamente a la dirección del total del film.
El carácter central es la madre de la familia, Eve, interpretada por Geraldine Page, con una confrontación decisiva y angustiosa entre la confianza total en sí misma en cuanto a los problemas pasados y un comportamiento catastrofista en el presente. Ella es decoradora, y sus salas son algunos, pero no todos, de los interiores de la película. Sumamente perfeccionista, su ciencia y su arte está en conocer el sitio exacto para ubicar una lámpara, con un margen de error no superior al de no muchos centímetros.
Hay mucho dolor en esta familia que estuvo bajo tierra gran cantidad de tiempo, y también varios sentimientos de culpabilidad que se resguardan en esos interiores. Una de las hijas, logra expulsar al fin, una acusación contra su madre, quien tiene unos pensamientos de sí tan perfeccionistas, tiene una Super-Yo tan presente y agrandado, que rayan el masoquismo, acusándola de ser mezquina y sádica. El espectador concibe que la unión de la familia por tanto tiempo no fue una unión del todo sana.
Si existe un deseo común en la familia es el de haber vivido una vida propia. El padre, se defiende ante sus hijas por intentar cambiar de vida al casarse con una mujer muy ordinaria argumentando que fue él quien cargó con la responsabilidad de mantener el hogar durante gran cantidad de tiempo con una madre enferma, y ahora, a sus sesenta años, quiere formar uno nuevo y quiere optar por la vida que a él le guste.
Las hijas dicen haberse ganado también ese derecho, y de esta forma se crea un círculo vicioso, en el cual cada uno, miembro de la familia, se considera víctima de las circunstancias, culpando a los demás de ser egoísta, celoso o vengativo.
Allen asume esos temas con unas escenas  que tienen una economía muy despojada en la expresión. La escena en torno de la mesa -por ejemplo- en la cual el padre anuncia su decisión de irse, está manejada de tal forma que asume los sentimientos de cada integrante de la familia, utilizando simplemente los tonos de enojo, escepticismo o revancha. Cuando vemos involucradas a las tres hijas y su relación con sus respectivos cónyuges nos anticipa que la crisis no terminará en esta generación...
Y gracias por haberme leído nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



No hay comentarios:

Publicar un comentario