domingo, 31 de mayo de 2020

Mi crítica de "Fuera de Línea" (Teatro)

Fuera de Línea" es una obra de Agustín Aguirre que se presentó en Mar del Plata este verano del 2020. Es una obra chiquita, sin decorado, tan sólo cuatro asientos de un colectivo, con cinco personajes y nula producción, tan sólo puesta en escena para permitir el lucimiento de Thelma Fardin. Y es cierto que merecía este reconocimiento, pero tal vez desde una obra más importante, es un misterio el por qué esta chica no consigue trabajo, a pesar del escándalo mediático que la llevó a ser reconocida por todo el mundo. Y es cierto que eso es injusto, porque es una comediante excelente, qua acá le saca lustre a su papel de chica tonta aferrada a su teléfono celular y hablando un lenguaje de adolescente, incomprensible para el resto de los mortales. Lo cierto es que todas las actuaciones son de primera, y necesitaban el encuadre de una obra de mejor valía (es asombroso que se haya omitido el nombre del director). El elenco está compuesto además por Balthazar Murillo ("el borracho"), Sebastián Fernández ("el joven estudioso"), Graciela Stefani ("la mujer amargada") y Lili Popovich ("la vieja"), todos ellos de lujo. El libreto oscila entre las ocurrencias frescas y una utilización de la mala palabra reiterada, hace un regodeo en el insulto fácil y desmerece con ese continuo destratarse todo el ingenio que pudo haber destilado hasta el momento.
La acción se sitúa en un colectivo al que suben alternadamente estos cinco personajes y empiezan a interactuar, creando un diálogo de cinco que por momentos suena agotador, como así la falta de desplazamiento escénico: durante los 70 minutos que dura la obra están estáticos en sus asientos, algo que se constituye en monotonía y sólo del diálogo depende toda la trama. Apoyar el argumento mismo de la pieza en la charla es un riesgo que no debe correrse cuando esta no es pródiga en descubrimientos y sorpresas intelectuales, algo que no ocurre aquí, y es una lástima, porque la obra decae cuando las interpretaciones son muy buenas. Hay pocos hallazgos en un libreto que aunque es audaz no peca de ingenioso, salvo por momentos, como cuando el borracho se pone a filosofar que estamos todos solos, aunque estemos rodeados de gente, que todos los que encontramos a nuestro alrededor, al parecer, están tan solos como nosotros. O en aquel monólogo final de la "vieja", que resulta ser la más lúcida de ese pasaje de locos y ausentes, enfrascados cada uno en sus propias preocupaciones, cuando ella, que ya ha vivido toda una vida, tiene una mirada más abarcadora y comprensiva de la calidad humana. La obra se resignifica con este final aleccionador, y que, si bien no me gustan las moralejas en lo que respecta a cuestiones artísticas, esta funciona como tal y resulta el broche de oro para un viaje en el tiempo y el espacio que nos llevó este colectivo desbocado.
Es cierto que todos ellos tienen recursos actorales para lucirse, y que Thelma Fardin, además es muy bella y tiene muy buena presencia física, por eso es que, entre todos, logran salvar esta obra de cámara que en otras manos no hubiera pasado del aburrimiento. Hay sin embargo cierta "incorrección política" en el tratamiento de las minorías, como pueden ser los gays o los viejos, llamándolos con nombres peyorativos y llevándolos a la discriminación, es notable la realidad de cómo todos se hacen los dormidos y se niegan a cederle el asiento a la "vieja" cuando la ven subir y deba hacer todo el trayecto de pie. Sin embargo en esta mujer no queda rencor y decide ofrecerles una enseñanza de vida en el final de su viaje. Vuelvo a reiterar que la constante acumulación de insultos y groserías innecesarias empañan el trabajo del autor que pudo haber ofrecido destellos de genio aún lo reducido de la escenografía.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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