viernes, 1 de mayo de 2020

Mi crítica de "Un Marido Ideal" (Teatro)


Hay obras necesarias y otras innecesarias, según la vigencia que tengan en el tiempo y la forma de envejecer que hayan tenido. Esta que hoy suma a su catálogo Teatrix puede inscribirse en la nómina de estas últimas. Y es una pena decirlo, porque su autor no es otro que el genio de Oscar Wilde, quien parece imperecedero. Lo que pasa es que su obra habla de la corrupción en el seno de la política y de la forma de acrecentar el capital propio. Pero es un tema que ya no escandaliza a nadie -y lo digo con pena, esto no debiera ser así-, pero una obra mucho más lúcida es por ejemplo "Los Lobos", de Luis Agustoni, estrenada en la década de los 90 y que sí hundía el bisturí hasta lo profundo del hueso. El problema de la corrupción unida al gobierno nos ha superado, y ni el ingenio de Oscar Wilde podría haberse imaginado las cosas que pasarían en la Argentina, donde una ex presidente llenó sus bolsillos y los de quienes la rodeaban de manera escandalosa, contando fortunas que ya ni pueden calcularse en miles y millones de dólares. Como dijo Woody Allen "la realidad no imita al arte sino a la mala televisión". Y así nos encuentra este siglo XXI Cambalache, bien metidos en el fango y ya no asombrándonos por nada.
Pero vayamos a "Un marido ideal". La única sorpresa que puede jugarnos es su reparto: en él encontramos ni más ni menos que a Candela Serrat, la hija del querido y admirado amigo cantautor. Y su desempeño es sobradamente bueno. Si hay algo que puede destacarse de esta puesta es su elenco, el nivel de las interpretaciones es muy alto. Casi formado por figuras televisivas de la Madre Patria (sí, se trata de una producción española, grabada en el Teatro Príncipe Gran Vía en el 2019), entre los cuales encontramos a Juanjo Artero (Robert Chiltern), la nombrada Serrat en el rol de la periodista del Times Laura Chevelling; Dani Muriel (Arthur Goring), María Besant (Gertrudis, esposa de Robert) y Ania Hernández (Mabel, hermana de Robert). Este es el equipo, de ahí en más el partido que jueguen puede terminar en triunfo o en fracaso según la opinión del público, quien puede ver la obra en el link que les proporciono.
La pieza, como dije, no sorprende pro su forma, pero sí por el contenido: está salpicada de la ironía y el buen humor inglés que supo cultivar el genio de las letras de Oscar Wilde, con frases que ya han pasado a la memoria colectiva, como: "me gusta más la gente que los principios, ¿usted no tendrá principios?" o "en este mundo hay dos tipos de tragedia: no lograr lo que uno se propone o conseguirlo" o la más famosa: "la única diferencia entre un capricho y un amor eterno es que el capricho dura más". Estas y otras bordan toda la obra, sorprendiendo con el filoso lenguaje que pronuncian sus personajes, convirtiéndolos en sabios aún a expensas de ellos. De ahí que la puesta de Juan Carlos Pérez de la Fuente arriesgue éxito a una trama que no lo inspira mucho por sí misma, haciéndola ágil e interesante aún cuando sepamos cómo van a moverse los hilos del poder.
Robert Chiltern ha sido nombrado Ministro de Asuntos Externos de su Majestad, y desliza un discurso en el cual dice que hoy en día (es decir, un siglo atrás) decir político y decir corrupto son sinónimos, y que él luchará para desterrar ese sentido de la palabra en el funcionamiento del gobierno. Da paso a una fiesta de cumpleaños n° 50 de Robert, la que es presidida por él y su esposa Gertrudis, En ella se encuentran también Arthur, su secretario privado y Mabel, su hermana joven y bella. Pero se hace anunciar una visitante inesperada: Laura Chevelling, periodista del Times, que viene a realizar una nota. Se enfrenta con Robert y después de algunos escarceos románticos, le expone el tema con total crudeza: le conviene reconsiderar al nuevo funcionario su posición en el tema de la explotación del Canal de Suéz por su gobierno, dejándolo en favor del proyecto argentino en dicho canal, lo que a ciencia cierta es todo un negocio turbio. Pero las razones son valederas: ella tiene en su poder ciertas cartas que lord Chiltern le enviara a otro lord en su juventud, hace exáctamente media vida, a los 25 años, las cuales, de ponerlas a disposición de su periódico dejarán ver las matufias que hizo en su ascensión como político y cuánto dinero cobró por ser nombrado diputado primero y luego acceder al Parlamento. Claro, lord Chiltern tiene una fama intachable y esto no haría sino desbarrancar su carrera. "Era joven por ese entonces, todos podemos cometer algún error de juventud, tenía muchas ganas de entrar a la política y debí tranzar", le expone fríamente el nuevo funcionario de Su Majestad. Pero ella es inflexible, dar el brazo a torcer con el proyecto del Canal de Suez y darle casi todo lo que ha ganado en su vida o será denunciado. Éste se ve entre la espada y la pared, perderlo todo, incluso la admiración y el amor de su esposa quien lo considera un ser incorrupto o entrar en una componenda infame dándole ventaja a la Argentina para que maneje el Canal de Suéz. Decide hacerle caso y jugar su juego. Ahora bien, su hermana mientras, persigue a Arthur, el soltero más codiciado para hacerlo su esposo. Sobre el personaje de Arthur se dejan caer algunos tópicos que ya habría tocado en "El retrato de Dorian Grey", el mito de la eterna juventud y belleza. La fiesta termina sin mayores contratiempos, sólo que Robert está destrozado.
Inmediatamente le cuenta a su mujer la decisión que ha tomado en cambiar el rumbo de las relaciones exteriores, y ésta le hace dar marcha atrás. Pero al día siguiente, en el desayuno él le cuenta su error de juventud y cómo es presionado ahora. El amor de Gertrudis se desvanece, pero Athur sabe hacerla entrar en razón. Pero, en el segundo acto, asistimos a la visita que le hace Laura a Arthur a su casa, simultáneamente con Robert, quien la descubre allí. Ella ha venido a suplicarle a Arthur que se case con ella, ya que han tenido un romance cuando eran jóvenes y le dice que es el único hombre a quien en verdad amó. Pero él la detiene, ella le dice que ha perdido un brazalete con forma de serpiente en la fiesta y él lo ha encontrado. Se lo coloca en el tobillo de forma que ella no pueda sacárselo, y le dice que se lo robó a una prima suya hace mucho tiempo, y que la denunciará a la policía. El cambio está en que le entregue en ese preciso instante las cartas que incriminan a Robert. Esta se niega pero él insiste en llamar a la policía, con lo cual se ve impulsada a dárselas. Él las examina y acto seguido las quema, con lo cual libera a la ladrona de su cepo joyístico. Y le dice que ha de casarse con Mabel. Todo queda bien arreglado: Robert ya no tiene que cambiar su posición con respecto al Canal, su pasado ha quedado limpio nuevamente y puede empezar una nueva vida. Pero él le niega a Arthur la mano de Mabel porque vio a Laura en su casa.
A todo esto, Gertrudis ha tenido un romance con Arthur, el cual estaba expresado en una carta de amor que cayó en manos de su marido, pero éste, al leerla interpreta que está dirigida a él y corre a abrazar a su mujer, como así corre su hermana en brazos del apuesto Arthur. El discurso que da Robert ante la Reina es por demás prometedor: hasta ahora se ha asociado corrupción con política, de ahora en más esto no volverá a suceder en todo el Imperio porque él se opondrá a que ésto pase. Y así termina esta comedia que no tuvo mucho de risas y que podría haber sacado más jugo a las situaciones generadas.
Ya hice mi balance antes, sólo resta decir que ahora los testigos pueden ser ustedes, viendo la obra, tan sólo pulsar el "Ver obra" está a su disposición.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



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