martes, 12 de mayo de 2020

Mi crítica de "Todo lo que Usted Siempre Quiso Saber sobre el Sexo* *pero no se atrevía a preguntar" (Cine-Woody Allen-1972)

Al llegar a este, su tercer film integral (si pasamos por alto los tres primeros intentos parciales de Woody Allen con "¿Qué hay de nuevo, Pussycat?", "Casino Royale" y "¿Qué pasa, Tigger Lily?"), Woody llega a un momento en que empieza a plantearse el arribar a ser un Director con mayúscula y no sólo a hacer reír. Sus primeros intentos fueron flojos en lo que a aspectos técnicos o temáticos se refieren, si bien cumplen su cometido de forzar a la risa. Aquí Woody va a hacer no una, sino siete películas distintas, muy diferentes entre sí, si pensamos en que cada una fue  pensada desde un contexto distinto de las demás (no tiene nada que ver un sketch filmado en blanco y negro como un programa de televisión, con el clásico film de terror con la hermosa chica rubia, el profesor diabólico y su ayudante jorobado). Además será su único film dividido en capítulos inconexos y con distintos planteos y actores.
Él toma como punto de partida un libro de conocimiento popular muy de moda en ese momento -recordemos que estamos a principio de los 70, campo propicio para los experimentos de Master y Johnson y en la era de la revolución sexual-, el libro del Dr. Reuben, que lleva el mismo título que la película. Woody escogió siete capítulos al azar y luego inventó las historias, que nada tienen que ver con el libro.
Si bien el sexo parece el tema central y motivo del film, también aquí, Woody va a echar mano a todos los temas fundamentales y con los que se abrió camino como monologuista de clubs nocturnos hasta el cine: el judaísmo, la existencia (o no) de Dios, su mofa a la televisión, la religión, la muerte, la soledad, etc. En cuatro de los episodios trabaja como protagonista, siendo de muy distinta calidad, y en especial uno -"¿Son homosexuales los travestidos?"- muy flojo (lo peor del film), pero que viene a ocupar el lugar de otro filmado con el mismo título pero con diferente argumento -mucho más eficaz- que a último momento se desechó. Su preocupación formal es aquí más evidente, desde una puesta influida por Antonioni -espacios vacíos, largas paredes blancas, distribución de los personajes en el espacio, etc- hasta movimientos de cámara -acercamientos y observadores omniscientes en su película "de terror"- hasta una elección de actores más ajustada que en sus films anteriores: Gene Wilder, Tony Randall o Burt Renolds para la comedia disparatada, John Carradine como el Profesor Bernardo del fragmento de terror, Anthony Quayle, un actor de cuna shakespeareana para el episodio de las mismas características, etc.
Va escribiendo historias para más personajes -recordemos que en sus primeros trabajos escribía buenos monólogos o diálogos para sólo dos o tres personajes-, con historias más delirantes (la pasión del Dr. Ross por la oveja, el cuerpo humano visto por dentro, el pecho gigante basado en la teoría de Melanie Klein sobre el pecho bueno y el pecho malo, etc.) y los escenarios más diversos, más citas -"¿Por qué algunas mujeres tienen problemas para llegar al orgasmo?"- en la que compone a un mafioso italiano- en el mismo año que se filmaba "El Padrino", en la cual, por casualidad, trabajaba Diane Keaton, quien se distribuía sus horarios para filmar junto a Woody "Sueños de Seductor"-, y en el cual Fabrizio (Woody), sólo podía satisfacer a su mujer haciéndole el amor en lugares comprometidos -también referencia a "Casanova 70", con Marcello Mastroianni, un film con el mismo tema.
Otra constante de Woody: el jazz. Tanto en los títulos de apertura como en los créditos del final se escucha la canción de Cole Porter "Vamos a portarnos mal" ("Let's mishehave"), la cual se volverá a escuchar en "Disparos sobre Broadway", 20 años más tarde, caso excepcional, pues él no repite la música de sus películas (ahora que ya ha envejecido y se le van gastando los motivos musicales empezó a repetirse).
Durante este tiempo había ido aprendiendo sobre la marcha, y aún deseaba perfeccionarse él mismo como el aire de toda la película. En "Todo lo que Usted Siempre Quiso saber sobre el Sexo...." dio un paso adelante respecto a la imagen cruda pero vigorosa de sus dos primeras películas, y "El Dormilón" constituirá un adelanto aún más notable (David M. Walsh fue el operador en ambas), "Amor y Muerte. La Última Noche de Boris Grushenko", rodada en Hungría con el operador belga Ghislam Cloquet, representó una nueva mejora.
Según Graham McCann: " 'Todo... sobre el Sexo' era una parodia que Allen hizo sobre el manual de autoayuda del Dr. David Reuben (fue enormemente popular en los campos de batalla sociales a fines de los 60). La sátira juguetona  sobre investigaciones sexuales a lo Kinnsey, los "sexpertos" de los medios de comunicación y la imaginería erótica popular tenían un diseño destructivo. El enfoque que nos da Reuben -dice Allen- es precisamente lo que no necesitamos ni queremos "saber" sobre el sexo. Las propias películas de Allen tratan el amor con un estilo bastante novedoso dentro del cine norteamericano. Normalmente, las películas habían tratado las relaciones sexuales como algo puramente físico: para que fueran visibles, tendían a ser una forma violenta de expresión, una colisión de cuerpos. Apenas permitían que los amantes hablasen para intentar superar sus problemas o cambiarse mutuamente. Con la liberación gradual de la restricción de la censura en los años 60, el cine se dedicó más al espectáculo del sexo que al análisis del amor. La comedia americana cinematográfica era uno de los géneros más desvergonzados en este sentido, la mayoría de sus "sátiras sexuales" eran películas groseras y sin argumento que satisfacían la supuesta fascinación del macho norteamericano por el pecho femenino. El objeto de deseo siempre era la mujer, y el cuerpo masculino se ocultaba tímidamente de la mirada del voyeur. En "El Graduado" (1976), Dustin Hoffman, durante todo el tórrido romance con la Sra. Robinson, no encontró una sola justificación para sacarse los calzoncillos. Woody Allen empezó a dirigir películas teniendo "¿Qué Hay de Nuevo, Pussycat?" (1965) muy reciente en su memoria: "Se cargaron mi guión -recordaba- acabó siendo una película de sexo-sexo. Había intentado que el énfasis sexual que se destinaba a la mujer, se trasladase al hombre para hacerlo objeto de análisis". Su don es la habilidad que posee para identificarse con el fracasado sexual, el solitario, incluso el espermatozoide".
El film posee una estructura fuerte y definida, si bien cae por momentos en pozos vacíos con algunos de los sketchs, tiene un guión sólido que ha sido escrito sin caer nunca en lo pornográfico ni en lo chabacano, con el mismo material que en manos de otro director-autor, lo hubiera sido.
Woody se arriesga en la película con su personaje de siempre, aunque esta vez más perdedor que nunca -con el vibrador (símbolo fálico por excelencia) que se prende fuego, el espermatozoide que teme al encuentro con la mujer o el bufón que es decapitado sin haber podido acostarse con la reina- alternándolo con otros más triunfadores, como el de Víctor, que logra atrapar el pecho gigante con un no menor corpiño o el de Fabrizio, que consigue finalmente satisfacer a su mujer.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



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