lunes, 25 de mayo de 2020

Mi crítica de "Maridos y Esposas" (Cine-Woody Allen-1992)

Unos años antes de que el nórdico Lars von Trier ("Contra Viento y Marea", "Los Idiotas", "Bailarina en la Oscuridad", "Dogville", etc.) impusiera el "Dogma 95" como una forma del rodaje de una película, Woody parece haber seguido a pies juntillas todos sus postulados, o sino todos (el del período de castidad, no creo), al menos  los más importantes: cámara en mano moviéndose constantemente, filmación con luz natural, nada de música, etc. Por supuesto, en el año 92, fecha de esta película, Woody no andaba asistiendo al Dogma, pero lo cierto es que la cámara de Allen nunca estuvo tan inquieta. El tono que toma es el de documental intimista, casero, con un objetivo que busca a cada uno de los personajes, y registra sus movimientos y sus impresiones. Sólo se queda quieta cuando se reportea por ese entrevistador/psicoanalista que no aparece en pantalla -sólo su voz- a cada una de las criaturas.
Lo cierto es que cuando se empezó la filmación, Woody comenzaba el affaire Soon-Yi y cuando la terminaba, concluía también la era Farrow, después de 13 películas ininterrumpidas con su pareja, y comenzaba una batalla legal con todos los golpes bajos que es posible imaginar (los cuales se extenderían hasta la actualidad), y lo que transmite la imagen es una especie de vértigo que trasunta angustia. La angustia que cuenta la cámara es la que viven los personajes -la histérica Sally (Judy Davis) lo trasluce mejor que ninguno- y las imágenes más angustiosas son las que la tienen a ella por protagonista, además de ser las más divertidas, por cierto. Gabe y Judy, Jack y Sam, Gabe y Rain, Sally y Michael.
La angustia es el motor del artista y su creación, dice el psicoanálisis, y esto, Woody lo conoce bien, y a pesar de estar pasando por ese momento personal, crea justamente uno de sus relatos más lúcidos, una de las películas más personales. La autobiografía es aquí inevitable, como lo es que el público reconozca en esa separación-y-romance-con-adolescente, la verdadera lucha interior de Woody.
Sin música incidental -como pasaba en "Interiores", su primera película "seria"-, sólo en los títulos, esta obra rompe con la antigua tradición de llenar de jazz y de música clásica sus anteriores films y rompe también con un período de su filmografía (después vendría una comedia totalmente  reidera y asignatura pendiente desde "Annie Hall": "Un Misterioso Asesinato en Manhattan", en donde le regala el protagónico a una eléctrica Diane Keaton, volviendo a las fuentes con su ex). La falta de música también denota su angustia y su clima serio, confesional. Sin embargo los chistes también abundan junto con las reflexiones intelectuales. "Todo se vuelve mierda" es la Segunda Ley de la Termodinámica, dice en un momento Sally, trocando el de "todo se dirige a la entropía", y eso, justamente, es lo que intenta mostrar la película con sus constantes planteos de uniones y separaciones, quedando finalmente solo el personaje de Woody, en una de sus confesiones más personales y lastimeras, reglando finales felices -o por lo menos resignados- a todos los demás.
Es desafortunado pensar que "Maridos y Esposas" se recordará como la película que reflejó con gran exactitud -el film por sí mismo vale más que eso- una verdadera pugna doméstica que había sido descrita en loe medios de comunicación y posteriormente en el teatro. Finalmente vinculada en la mente pública por la disputa dolorosa y desordenada que mantuvieron Allen y Farrow, "Maridos y Esposas" es, no obstante, una de las películas más comprometidas de Allen. Se trata de un poderoso, doloroso y ocasionalmente divertido reflejo sobre las limitaciones del amor y del matrimonio. Es duro imaginar que mucha gente acudió a ver esta película solamente por el morbo de sus relaciones privadas.
Basada en alrededor de un hexágono romántico que bien pudo haber ingeniado Eric Rohmer, "Maridos y Esposas" es una película mucho más dura de lo que Rohmer podría haber hecho. A mi entender, "Maridos y Esposas" es la película más claustrofóbica de Woody Allen, yendo mucho más allá que "Interiores", "Otra Mujer, o "Septiembre". Muchas escenas son muy dolorosas y hay algunas violentas, particularmente una en la que Pollack arrastra a Lysette Anthony saliendo de una fiesta. Allen da la forma de un documental a "Maridos y Esposas". La filmó con una cámara obviamente apretada en la mano (lo que produce mareos increíbles en el espectador), la edita a partir de secuencias muy cortas, y en la mayoría, de una manera efectiva (recurre a "saltos" en el montaje, lo que da esa ingenuidad de filmación casera), emplea a un entrevistador inexplicablemente invisible. (lo que más interesa son las respuestas, no las preguntas, como en filosofía) el vestuarista y ahora actor Jeffrey Kurland, que entrevista a cada uno de los protagonistas, menos a Anthony, como queriendo significar que ella pertenece a otro espacio cultural de ese mundo de los intelectuales "snobs", consiguiendo en su totalidad un ambiente intimista.
"Maridos y Esposas" muestra la personalidad intensa de muchas obras anteriores de Allen. Gabe (Woody) escribe un pasaje sobre la personalidad de un espermatozoide, que casi autoplagia a "Todo.. sobre el Sexo...", de la película documental "Zelig", en la conclusión de "Crímenes y Pecados", y algunas más. El mejor ejemplo de esto es lo que puede llamarse "El montaje de Allen".
Frecuentemente, sus películas han terminado con una serie de escenas musicales optimistas (en "Annie Hall", razona por la suerte de permanecer vivo en Manhattan, piensa en los Hermanos Marx en "Hannah y sus Hermanas" y encuentra razonables algunos comportamientos violentos en "Crímenes y Pecados", sin olvidar los finales cantados de "Poderosa Afrodita" y "Todos Dicen te Quiero"). Aquí, Gabe hace un montaje como si fuera un discurso, explicando todas las razones por las cuales él y Judy (Mia Farrow) deberían permanecer juntos. Cuando él termina, ella responde diciendo: "¡Ya! pero ahora ya todos saben lo nuestro". Allen ha socavado todas nuestras expectativas, y el resultado es devastador. Por ejemplo, Woody afea a Mia, haciéndola lucir un corte de pelo cortísimo, como en "El Bebé de Rosemary", destacando la edad real de la protagonista, contrastando con el aire de juventud que da en películas anteriores (desde 1981 hasta 1991).
Poderosa y provocativa, "Maridos y Esposas" demora un tiempo para encontrar su ritmo, y el irritante y nervioso trabajo de la cámara es obstructivo, especialmente en las primeras escenas. Hay momentos en que desearíamos detener la imagen para que nos nuestros ojos tomen un respiro. (En su pasaje a video la sensación se aplaca bastante).
Para la publicidad, TriStars Pictures explotó el escándalo exhibiendo "Maridos y Esposas" en otras muchas pantallas que no eran las usuales, para lograr que numerosas personas, que habitualmente no veían películas de Woody Allen se sintieran interesados en esta, esperando mostrar a los espectadores la verdadera vida de la pareja, alejada del drama que desplegaron los medios sensacionalistas. Finalmente la película tuvo unos ingresos brutos de diez millones de dólares, no mucho más que otras películas de Allen.
Estrenada durante la tempestuosa ruptura, llegó a ser un no intencionado caso de imitar a la vida. Allen recibió su undécima nominación para el Oscar, es esta ocasión en la categoría de Mejor Guión Original. Por su trabajo brillantemente sarcástico como una esposa liberada que juega las peligrosas reglas de un romance, Judy Davis recibió una nominación como Mejor Actriz de Reparto.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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