viernes, 6 de mayo de 2016

Mi crítica de "Dios Mío" (Teatro)

Hola... yo de nuevo. Con otra de mis desafortunadas críticas. Ayer fui a ver la obra "Dios mío" (o el día que Dios visitó al analista) con Juan Leyrado y Thelma Biral. Como buen ateo que soy escribiré la mayoría de las veces en potencial, ya que la presencia de Dios me parece un tanto absurda, pero bueno, son las reglas de la ficción en todo caso. Me gustó la obra, tiene una propuesta muy atractiva que es la de presentar un Dios de carne y hueso enfermo y con sentimientos de culpa, decidido a exterminar a toda la humanidad por lo mal que lo han tratado. Tanto la dirección de Lía Jelín como la adaptación de Jorge Schuscheim me parecieron atinados igual que las interpretaciones (Leyrado tiene muchos matices interesantes en su voz, desde lo autoritario hasta lo quejoso, y un muy buen manejo corporal, sobre todo en sus escenas en "ralenti", y Thelma se luce en su rol de actriz cómica, estando más cómoda cuando la obra tiende al melo -es una gran llorona-). La obra parte de esta psicóloga infantil con un hijo autista que no es capaz de pronunciar "mamá" y de el deseo de ésta de que llueva y se rieguen sus plantas. Ahí nomás se le aparece este hombre misterioso vestido totalmente de blanco que quiere tomar una sola sesión y que dice ser Dios. La analista se asusta y lo toma por un delirante y en seguida rehusa el tratamiento y lo deriva a un psiquiatra. Pero pronto develará que es ante el mismo Dios que se encuentra. Este dice estar enfermo, que se ha cansado de su mandato y que pronto vendrá un diluvio que terminará hasta con el último ser humano. Difícil la situación de la analista, curar el trauma de Dios y así salvar a toda la humanidad. El (así, con mayúscula, ¿les suena?) dice que sólo se acuerdan de El cuando las cosas van mal, nunca para agradecerle todo el bien que hizo. Y aquí comienza lo jugoso del relato. Ella no cree que haya hecho tanto bien (de hecho es atea judía que sólo se acordó de El para insultarlo y maldecirlo en toda su vida), le recrimina su sadismo y las atrocidades a las que ha expuesto al género humano, comenzando con Job, quien lo rechazó después que matara a todos sus hijos y esposa, mutilado a su ganado y mandado una enfermedad a la piel que lo hacía delirar de dolor, hasta retrotraerse a Adán, quien fue creado, según Dios porque necesitaba una compañía (necesitaba ser admirado y vanagloriado) y a quien terminó echando del Paraíso por desobedecerlo junto a Eva. Con todos sus pacientes anteriores logró sentir empatía, pero con El no lo consigue, así de odioso le es Dios a la terapeuta. Pero en virtud a su juramento decide tratarlo y así comienza a investigar el alma de alguien que no tuvo padres, ni niñez y que creó miles de galaxias con sus estrellas y planetas girando alrededor. De todas formas el análisis que va a aplicar la psicóloga no es violento ni muy profundo (juega con los tópicos comunes del psicoanálisis así como con los de la Biblia), mientras lo analiza continúa echándole las culpas de todo el mal en el mundo y defendiéndose con la ciencia ante las oleadas de religión que emanan de Dios. Este dice que ya no le hace falta echar maldiciones sobre el planeta pues el mismo hombre se está encargando de destruirlo, y eso es lo que más lo decepciona a él de su pobre criatura humana. Destruyéndolo con bombas atómicas, con contaminación con petróleo en los mares y en los polos, agujeros de ozono, talas indiscriminadas, guerras bacteriológicas y demás atrocidades. Ella debe al fin reconocer que El ha hecho un trabajo maravilloso y que es un gran artista, y que ahora toda la culpa recae sobre el hombre. (Es raro que una psicóloga hable de "culpa"). Por fin logra hacer empatía y perdonarlo de todo cuanto la hizo sufrir. (Para una analista judía no sería tan deshonroso aceptar a Dios ya que recordemos que nuestra religión es judeo-cristiana, siendo judía al principio hasta la aparición de Cristo). Por fin después de los benditos 50 minutos de sesión logra "curar" a Dios y este irse a descansar tranquilo sin deshacerse del género humano. Ella le recriminaba que ser omnipotente, piadoso y todopoderoso era una contradicción en él, ya que teneindo el poder de hacer todo, viendo el sufrimiento humano y siendo piadoso no podía hacer nada para detenerlo (pensamiento que también se le ocurrió a Voltaire como modo de destruir la idea de Dios, y que yo, mucho antes de leer a Voltaire también había desarrollado). Finalmente lo reconoce como un ser piadoso y generoso. El se va agradeciendole de un modo muy particular, le envía la ansiada lluvia para sus plantas y logra que su hijo pronuncie "Ma". No es un gran milagro para alguien que posee el don, que es al fin culpable de haberle creado un hijo con esa discapacidad y a quien ha logrado sacar un gran peso de encima de curarlo después de más de 5.000 años de sufrimiento.
La obra pasa de la franca comicidad y el disparate al melodrama más declarado decayendo su ritmo en los últimos tramos, que no son muchos ya que dura unos exactos 80 minutos.
Yo no estoy de acuerdo con el final de la obra porque no me parece justo disculpar ni curar a Dios, ni declaralo piadoso ni bondadoso ni pio, ya que seguimos sufriendo nuestro calvario personal justamente por la falta de un Dios en nuestras vidas, allí donde debería existir y darnos algún sentido. Yo coincido con Bergman que decía que si Dios existiera, lo menos que tendríamos que decirle es que es un hijo de puta...

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