viernes, 6 de mayo de 2016

Mi crítica de "Qué Extraño Llamarse Federico" (Cine)

Últimamente vi un film gigante, de esos que no abundan por la cartelera porteña porque ya cayeron en el olvido (creo que podemos considerar a "Cinema Paradiso" la última de esas raras avis). Se llama "Que extraño llamarse Federico" y es, sin más prolegómenos el homenaje que un grande le hace a otro: Scola filma Fellini, dice el subtítulo. Y es sólo eso, una declaración de amor, de amistad, de compañerismo, de admiración, de pasión, de libertad de un hombre por otro, en el buen sentido que puede darse a eso. El título procede de unos versos del otro gran Federico del siglo XX: García Lorca, y están recitados por él mismo en castellano. Ettore Scola se había retirado del cine en el 2003 con su mediocre "Gente de Roma", pero le propusieron, a sus 83 años, en el 2013, rendirle un homenaje a su amigo de siempre, compañero de aventuras y admirado Federico Fellini, al cumplirse 20 años de su muerte. Scola aceptó como si nada y volvió a Cinecittá, esa tierra compartida por ambos para darle el último adiós (por ahora) a su amigo.
Lo que filmó Ettore Scola (recordado por un puñado de talentosísimas  películas italianas como "La Terraza", "Feos, Sucios y Malos", "Nos habíamos Amado Tanto", "Un Día muy Particular", "El Baile", "La Noche de Varennes", "La Familia", "Qué hora es", "Mario, María y Mario", "Crónica de un Joven Pobre", "Competencia Desleal", entre otras) es la demostración de ternura más infinita e íntima que un amigo pueda sentir por otro. Lo cuenta desde su pasión compartida por el dibujo, la historieta (que formó parte de su iniciación), el cine, las mujeres, los personajes estrafalarios y sobre todo una aversión por todo lo que significara deporte (dos hombres que no hacían ejercicio físico, no sabían nadar y nunca le habían dado una patada a una pelota). Se instala en un blanco y negro bien iluminado para contar su llegada al "Marc'Aurelio", una publicación de historietas satíricas de la época, primero Fellini, con sus 16 años y una vez terminada la guerra Scola con su carpeta bajo el brazo. Pronto se hicieron amigos y empezaron las salidas nocturnas para tomar algo, hablar de la vida, de mujeres y de los primeros pasos de Fellini en la dirección de cine ("Luces de varieté" fue su primer película, en co-dirección con Alberto Lattuada, la primera en solitario sería "El Jeque Blanco") y las primeras críticas. Llegarán los primeros triunfos en Venecia y en Cannes y los primeros Oscars (por "La Strada" y "La Notte di Cabiria"). Asistimos a pequeños fragmentos de comentarios de Giulietta Masina ( actriz y esposa), Alberto Sordi o su actor fetiche Mastroianni. Como curiosidad están las pruebas de casting para el "Casanova de Fellini" con Sordi, Tognazzi o Gassman probándose el personaje y hablando con su amado director.
Huelga decir que para mí Fellini es, fue y será el más grande director de cine de la historia, y Ettore Scola una adecuado ladero, ya que también amo sus películas. Como dijo alguien, lo grave de la muerte de Fellini no es que "ya no habrá Fellini" sino que "ya no habrá más films de Fellini". Toda la película es recorrida por la música de Andrea Guerra (un digno reemplazante del compañero de Scola en música, Armando Trovajioli) que la acompaña con aires ninorotianos (hay también música del gran Nino Rota, colaborador casi por siempre de Fellini, hasta su muerte en 1979). Los Fellini y Scola adultos son interpretados por actores a quienes siempre vemos de espalda, con su atuendo característico y casi siempre dentro de un auto. Son consecuentes sus salidas nocturnas en coche para recorrer la fauna romana. Levantan una prostituta en el auto que está en su último día, antes de pasar a retiro por la edad, pero ha confiado sus ahorros a su novio para que le compre una casita. Éste está tardando en volver y suponemos que no lo hará nunca, como aquel pretendiente de Cabiria. También recogen con su auto a un artista callejero con quien hablarán de arte, de dibujos y de inspiración.
Pero la parte fundamental y más conmovedora del film llega con el documental del entierro de Fellini, acá trucado por el mago Scola que hace que el viejo Federico se escape de su ataúd y salga corriendo por las callejuelas de Cineccittá para finalmente treparse a una pequeña calesita y empezar a girar en un cochecito de juguete. Mientras, y con la inmortal música de "8 y 1/2" desfilan como un torrente imágenes inolvidables de sus películas. Están allí: "El Jeque Blanco", "Los Inútiles", "Il Bidone", "La Strada", "La Notte di Cabiria", "La Dolce Vita", "La Tentazzione del Dr. Antonio", "8 y 1/2", "I Clowns", "Amarcord", "Casanova/Fellini", "Roma", "Fellini Satyricon", "Prova d'orquesta", "E la Nave Va", "Ginger e Fred", "Intervista" y "La Voce de la Luna". Un verdadero banquete para quienes supimos degustar cada una de estas maravillas salidas de la cabeza y el ojo de alguien que ya no está pero que nos acompañará con su arte por siempre. El film "La Grande Bellezza", ganadora del Oscar a la mejor película extranjera en el 2013, supo rendir homenaje a Fellini desde una perspectiva más moderna y al mismo tiempo clásica.
Es una pena que "Que extraño llamarse Federico" ya no esté en cartel, pero se puede bajar del Torrent con subtítulos en castellano. Mi recomendación: véanla y déjense llevar por la nostalgia y los recuerdos y disfrútenla.
Gracias por leerme hasta acá. El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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