viernes, 6 de mayo de 2016

Mi crítica de "El Hombre de la Mancha" (Teatro)

Ayer fui a ver el exitoso musical de Dale Wasserman (con música de Mitch Leigh y letras de Joe Darion) "El Hombre de la Mancha", en la versión de Pepe Cibrián Campoy (dirección, actuación, traducción y adaptación), junto a los talentosos Raúl Lavié y Cecilia Milone. Lo primero que debo decir es que se retrasó la función por un principio de incendio en la función anterior (se prendió fuego uno de los focos seguidores) por lo que lo que debía empezar a las 22.45 empezó una hora más tarde y terminó a las 2 de la mañana. Pero salvado este inconveniente, todo marchó sobre rieles y con buen ánimo por parte del público y elenco.
Ante todo digamos que no se trata de una comedia (hoy en día todo es comedia), es un drama, que si bien no tiene la fuerza movilizadora de otro exponente del género como "Casi Normales" (para ver con los pañuelos en la mano) ni la perfección de partitura de "Sweeney Todd", se deja ver con beneplácito y hace soportables sus dos horas y veinte. Es una obra que a primera vista puede resultar aburrida, porque habla de un tema que todos conocemos: el Don Quijote, como libro supremo de aventuras de caballería y mejor exponente de la lengua castellana. Los lugares comunes son muchos (Dulcinea, la posada, los molinos de viento, "En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...", etc) pero también se habla de muchas cosas valiosas: la ambigüedad de la locura y la creación artística, el valor, el honor, la caballerosidad, la honradez, la educación, la deferencia hacia la mujer, la prostitución y su valor, la virtud, la pureza... es decir, casi todas cosas que tenemos olvidadas en este ajetreado siglo XXI y que no está mal que por un rato se nos vuelvan a refrescar.
El argumento es más bien simple: Don Miguel de Cervantes Saavedra y su ladero caen presos de la Inquisición Española y serán juzgados. Deben compartir la inmunda celda con otros prisioneros de la peor calaña. Y resulta que a Cervantes se le ocurre defenderse por sí mismo en el juicio. ¿Cómo? Relatando las hazañas que él mismo ha inventado: las de su Caballero Errante de Triste Figura Don Quijote de la Mancha. Y acá empieza la parte remanida. Pero el juego es interesante, desde un mismo escenario Cervantes será él mismo y su criatura, que representara para y con la ayuda de los presos. Y su ayudante de cámara será Sancho. Y acá empieza el juego de la ilusión y la locura, idas y vueltas hacia el personaje terminan por confundir al autor, que ya no se reconoce como él mismo sino como su personaje. Hasta que su muerte, en plena locura, vuelva a separar las aguas. Y allí va la música, de alegre concepción española, con canciones más bien cortas y efectivas hasta llegar a ese himno (que bien vale para cada uno de nosotros) que es "El Sueño Imposible".
Pero ver a Pepe en escena es una experiencia enriquecedora. Con esa presencia, ese hablar castizo (gordo y con barba está cada vez más parecido a su padre), ese hablar entre dientes perdiendo la frase, su media voz para el canto, que sin embargo se acopla muy bien cuando canta junto con Lavié (otro grande de la escena) y con su discípula Milone, ese paso cansino para su personaje que sin embargo se insufla de bríos cuando ve una injusticia, hacen que todo Cibrián sea una fiesta (me lo perdí en "Priscilla", cuando me robaron la billetera con la entrada en la puerta del teatro -junto con un montón de documentación-, que ya les comenté, y me tuve que bancar "Priscilla" semanas más tarde con ese (mal) travesti que es el caballo de Moria Casán, en fin, una gran lástima). Otro de los puntales de la obra es ese Sancho de Lavié, que a sus alrededor de 80 años tiene una voz poderosa, límpida, clara, de excelente dicción y que además es un estupendo actor. No se queda atrás Cecilia Milone en su Aldonza Lorenzo como esa prostituta usada por todos que se ve enfrentada por primera vez en su vida a la virtud. Tiene talento y una voz poderosa para cantar los temas que le exige la partitura, casi con bronca, hasta llegar a ese remanso final que es "El Sueño Imposible". El grupo de actores que los secunda es realmente excelente y tiene muy buena formación actoral y vocal.
¿Qué más puedo decir? Que se trata de un gran espectáculo (todo limitado al minúsculo escenario del Maipo, que no es el Luna Park, en donde estamos acostumbrados a ver las creaciones de Pepito), digno, bien manejado y resuelto por Cibrián Campoy como actor y director, obra que no veía los escenarios porteños desde hace algunos años atrás cuando la trajeron Pepe Sacristán y Paloma San Basilio. Bueno, me volví a exceder. Pero mi recomendación es que si la pueden ver, no la dejen pasar, porque ver otra vez a este monstruo de la escena no es algo de todos los días.
Gracias por leerme nuevamente.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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