viernes, 6 de mayo de 2016

Mi crítica de "El Doctor Lacan" (Teatro)

El domingo fui al teatro de La Comedia a presenciar una obra muy esperada por mí (era mi objeto de deseo insatisfecho). Se daba en la sala chica (donde actuó Elsa "Esquirlas Lejanas") y lo primero que sorprende al entrar es un programa que nos indica que en la obra trabajan Mario Mahler y Silvia Armoza y que además certifica: "Por la presente se extiende el siguiente certificado al Sr/Sra:......... por haber participado de este seminario-escénico dedicado a China Zorrilla (Escuela Francesa e Inglesa de Comedia), a Jorge Luz (Escuela Española de Comedia) y a todos los grandes comediantes." Firma: Jaques Lacan.
De entrada sabemos que lo que vamos a ver es una comedia. El clima es festivo. Enseguida se apagan las luces de sala y se presenta un psicoanalista de verdad quien desgrana un monólogo muy gracioso con todos los tópicos de las enfermedades psiquiátricas y pregunta: "¿Hay algún terapeuta en la sala?" Se levantan muchas manos. "¿Hay algunos pacientes?" Se levantan todas las manos menos una, la de la chica que tengo sentada al lado mío, a quien felicita por haber salido inmune y pregunta si necesita que la deriven. Como gratitud de su "virginidad-psicoanalítica" le obsequia un muñeco del doctor Lacan. "¿Hay algunos estudiantes?" Ahí levanto la mano yo junto a otros más. "¿Hay algún psiquiatra en la sala por caso de que alguien sufra un ataque de pánico o de ansiedad y haya que medicarlo?" No hay ningún psiquiatra. "No vamos a hacer lo que en otra época hacia Bergara Leumann de revisar los sobretodos de los caballeros ni las carteras de las damas, pero estoy seguro que todos ustedes trajeron sus pastillitas para tomar durante la función... Vos me parece que la tomaste antes..." Risas nerviosas generales y miradas cómplices de reojo. "Lo que van a ver es parte de la obra, porque antes teníamos un loro, pero el loro se volvía histérico y cada vez que tenía que decir sus parlamentos volaba hacia los tachos y se incineraba. Loro a la parrilla. Así que había que usar un loro por función. No nos daba la producción. Peor después optamos en un acto sádico por cortarle las alas para que no volase, pero el loro se volvió trostkysta y se negaba a decir su parlamento, en actitud de rebeldía ante la autoridad". Y muchas más bromas de ese estilo. Nos informa que la obra dura exactos 50 minutos (lo que una sesión de psicoanálisis) y da paso a los intérpretes.
La acción se desarrolla en una universidad parisina en el año 69. Todavía resuenan los ecos de mayo del 68. Y el seminario que el doctor Lacan y su secretaria española Gloria han ido a dar debe suspenderse porque jóvenes maoistas impiden la entrada al auditorio de los estudiantes. Todo lo que sigue es una conversación de Lacán con Gloria para matar el tiempo. Allí nos enteramos que Lacan opta por comer sandwichs de jamón crudo español entre sus conferencias, pero con mostaza de Dijon (pronuncia Diyón, mientras que la andaluza pronuncia el tan español Dijón) y no la de Orleans, a la que repele porque le trae reminiscencias de su infancia, que mandó a construir una caja de madera para su tan afamado cuadro de la vagina peluda porque algunos de sus pacientes se horrorizaban al entrar al consultorio y verlo, que es fanático de practicar nudos con una cinta de Moebius con los que enredar/se con su secretaria (ignoro cuál era el sentido que Lacán daba a los nudos, pero alguno tendría) y de que le fascina el teatro de variedades y ha montado con Gloria un número cantado en el que ella representa a la "enana psicoanalizable". Finalmente acaban los 50 minutos de su fallido seminario y optan por retirarse por la puerta trasera ya que la multitud colma el frente de la universidad, no sin antes reflexionar: ¿Qué quieren las mujeres, alguno me lo puede decir? Al final de la obra la tosca española de rodetes se suelta el pelo y se pone a bailar un can-can desenfrenado y vemos que en realidad era una joven rubia hermosa, pareja del actor que interpretaba al Doctor. Los actores salientes saludan en el atrio. Los saludo presentándome como actor de teatro y estudiante de psicología y los felicito por la labor cumplida.
Realmente es una obra de climas, importa mucho el encierro para que aflore el inconsciente de Lacan y de Gloria, para ver cómo manejan una situación de por sí tensa y de como se entregan a las confesiones. En un momento Lacan le da a Gloria tres exactos minutos para decir lo que asocie con el futuro. Gloria da toda una conferencia sobre como serán las relaciones en el futuro (o sea en nuestro presente). Lacan la felicita y le dice que ha aprendido mucho de su maestro. Ella le contesta: "Digo lo mismo que usted, sólo que a mí se me entiende". Y si hay un mérito de la obra es hacer comprensible el pensamiento inextricable de Lacan (por lo menos en parte), de hacer una obra enteramente atractiva y llevadera sobre uno de los pensadores y analistas más herméticos que dio el siglo pasado y que tanto ha contribuido al desarrollo del psicoanálisis (en su vertiente francesa) de nuestros días. Por algo es que se lo sigue estudiando, interpretando, descifrando, analizando al Maestro Lacan. Es una obra recomendada para terapeutas, pacientes y civiles. En suma, para todo el gran público que quiera entrar (aunque sea por la puerta del costado) al pensamiento de uno de los teóricos más importantes que tuvo el psicoanálisis, una ciencia que debería salir de las universidades y enseñarse en los colegios y en otros tipos de instituciones, aunque sin vanalizarla.
Gracias de nuevo por leerme hasta acá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario