jueves, 5 de mayo de 2016

Mi crítica de "El Loco y la Camisa" (Teatro)

Ver obra

Ayer tuve la suerte de poder ver esta obra por Teatrix, desde el cómodo sillón de mi casa y -ahora sí- en la pantalla de mi televisor. Y digo la suerte porque me ahorré algún dinero en sacar una entrada que no me hubiese dejado satisfecho (aunque todo es relativo, no se puede juzgar una obra vista en un televisor comparándola con la sala del teatro). Esta es la obra que "enloqueció al teatro off" según reza la promoción y a mí la verdad es que... ni fu ni fa.
Lo primero que hay que decir que el elenco de actores es bueno, destacándose José, el padre (Ricardo Larrama), Beto, el hijo loco (Julián Paz Figueira) y en buena medida María Pía, la hija del primero y hermana del segundo (Soledad Bautista). Los demás intérpretes están bien pero no descuellan, son la cálida madre Matilde (Lide Uranga) y el frío y apático novio Mariano (José Pablo Suárez). El rol del novio de María Pía me pareció un tanto distante, como descolgado del resto, en un registro menor, tratando de demostrar una simpatía que en ningún momento le sale.
Lo segundo que debo comentar es que es (o parece) una obra del absurdo, un género que a mí no me gusta demasiado (aunque empecé mi carrera precisamente con una obra de ese género: "La espera trágica", de Eduardo Pavlovsky), aunque debo reconocer sus virtudes dentro del teatro universal, obras como las de Ionesco y "Esperando a Godot" en particular produjeron un quiebre importante dentro del teatro actual y trataron de decir otras cosas con diferentes recursos. En esta obra nadie parece escucharse, las respuestas no tienen nada que ver con las propuestas y todo parece demasiado frío. El personaje del loco ( el "loco") es simplemente otra pieza de este engranaje donde nada parece funcionar demasiado bien. Si es loco por decir cosas que tienen otro significado (no que carecen de él) o por decir verdades demasiado evidentes que echar en la cara, podemos preguntarnos si los demás no están actuando bajo la máscara de la hipocresía (dicen que los chicos, los borrachos y los locos siempre dicen la verdad, otro dicho es "loco pero no boludo", acá eso no se cumple porque este es bastante tarambana, hasta podríamos decir que es loco y tarado). Los sentimientos tampoco parecen ser el fuerte de esta familia, los cónyuges se hablan pero no se entienden (salvo cuando llega el extraño), los hermanos tampoco, los novios tienen una relación incómoda, donde no parece prevalecer el amor pero sí el orden. La única relación verdadera parece ser la de la madre en defensa de su hijo loco, pero tampoco suena muy convincente, pasa más por el "deber ser" que por una verdadera comprensión de la enfermedad (todo trata de taparse). Lo que salta en la conversación con el flamante novio es que la pareja va a ocupar una casa enorme y reciclada que una anciana perdió por una hipoteca que ejecutó su estudio de "abogados exitosos" (de Mariano), lo que produce incomodidad en Matilde y en Beto por la suerte a la que fue echada la viejecita. Los golpes finales del padre hacia su hijo lunático proceden de la "verdad" que este dice sobre una camisa manchada con rouge que el padre justifica como que se la prestó a un compañero de trabajo y la mujer de éste se la manchó. En fin, todas son caretas las que aparecen en la obra y la función del perturbado es derribarlas, tanto la de su padre, su hermana y el novio de ésta. Después de todo, estoy recapacitando, no me parece tan floja la obra, sólo que le falta una mirada más lúcida sobre el mundo y con un poco más de humor. Pero para los que quieran ir a ver esta obra que sigue en cartel o tengan la posibilidad de hacerlo por Teatrix no dejen pasar la oportunidad ya que es interesante ver qué se está tramando en el teatro off, esta vez con texto de Néstor Valente, que puede justificar la visión de algunos a los que este estilo de teatro les llegue más que a mí.
Bueno, esta vez fui corto. Gracias por leerme.
 El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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