Vi esta película separado de mis compañeros de cine, ya que ellos la vieron el lunes y como yo no pude ir, me la bajé.
Es el quinto largometraje de un señor belga llamado Jaco van Dormael y muy prestigiado en el mundo del cine, sus películas son verdaderamente excepcionales y constituyen un hito, imagínense que desde 1991 a la fecha sólo filmó cinco largometrajes, mechados con algún que otro corto, o sea cinco películas en 25 años. De 1991 es "Totó, el héroe", del '96 "El Octavo Día", "Las Vidas posibles de Mr. Nobody" es de 2009, la aún no estrenada "Kiss & Cry" del 2011 y por fin esta del 2015.
Es como para prestarle interés a este cineasta. Además sus películas son completamente distintas entre sí, ninguna se parece a las otras, sí en el tono zumbón, irreverente, cuasi humorístico de sus argumentos, emparentados con una gran ternura, un derroche de ingenio y dulzura y un mar de sentimientos.
La obra que nos ocupa hoy empieza con la voz de una niña de 10 años diciendo: "Dios existe. Es mi padre. Y vive en Bruselas" Toda una declaración de principios. Después continúa diciendo que verdaderamente es muy mala persona y que hace sufrir mucho a su esposa e hija. Este Dios lleva encerrada a su hija desde que nació en una casa conde hay muy pocas puertas y ninguna ventana y ningún contacto con el espacio exterior. Para él tiene una sala enorme donde está -presidiendo, en el centro- su computadora, con la que maneja los destinos de la humanidad y en el gran salón, rodeado de cajones, fichas de otros tantos seres humanos. La pinta de este Dios deja mucho que desear, -bordea en el ridículo- viste una bata gastada, una musculosa, medias y ojotas y tiene un carácter de los mil demonios. Y disfruta mandándole a los seres humanos catástrofes, accidentes, terremotos, inundaciones, etc, como para que se lo odie tanto como él se odia a sí mismo. ¿Les suena? ¿Conocen a algún Dios con estas características? Lo dejo en vuestras manos...
En un descuido de él, su hija, Ea, tal su nombre, se mete en la sala de la computadora y le manda a cada persona el resto de vida que le queda, en años, meses y días, directamente a sus teléfonos celulares (yo me hubiese salvado ya que hace mucho que no tengo celular). Se desata un caos generalizado entre la población humana ya que aquellos a los que les queda poco se dedican al ocio o a dilapidar su fortuna y a los que les falta mucho, a provocar al destino. Por supuesto que Ea debe huir de ahí y lo hace a través de su lavarropas (otro gesto de humor) y reapareciendo en la Tierra. Se decide que con doce apóstoles no pasó nada y que ahora reescribirá el Nuevo testamento pero con 18 apóstoles, que en realidad es la formación de los equipos de beisbol, deporte favorito de su madre. Y con un vagabundo/escriba llamado Víctor se dedica a reclutar a sus seis laderos faltantes. La película se divide en episodios: "Génesis", "Éxodo", "El Evangelio según Amelie", "El Evangelio según Jean-Claude", "Evangelio del Obseso Sexual", "Evangelio según el asesino", "Evangelio según Martine", "Evangelio según Willy" y culmina con "La Canción de las Canciones". Obviamente cada evangelio corresponde a uno de los apóstoles "fallados", que Ea eligió casi al azar, y que cada uno de ellos está repleto de imaginación, humor y ternura. Así nos encontramos con la chica que perdió un brazo, con el admirador de las aves, con el que sólo vive para fornicar y se reencuentra con su primer gran amor, el del asesino imparcial que deja que sea el destino quien decida quien debe morir y quien no, la mujer entrada en años que se enamora de un gorila (entiéndaseme bien, de un mono, no de un antiperonista), y finalmente el chico que quiere vivir sus últimos días como chica. Claro que entre todos ellos habrá entrecruzamientos y muchas oportunidades para conocerse. Es de destacar que es casi la única película en la que me cayó simpática la gélida Catherine Deneuve, como la mujer enamorada del gorila, hace una autoparodia muy graciosa que, aunque corta, es muy efectiva. Cabe señalar también a Pili Groyse como esa Ea, simpatiquísima y amigable que no busca la redención sino llevar un poco de amor a la Tierra, al desaforado Bonoit Poelsoorde como Dios y su esposa Yolanda Moreau y la bella Laura Verlirden como esa Amelie pura dulzura y que carga con un brazo artificial por haber perdido el propio "a manos" de un tren.
El final es muy liberador para todos ya que se ponen las cosas en su justo orden y hay un principio de concordia para el planeta (ojalá fuera tan fácil -o tan complicado, si tenemos en cuenta las que tuvo que pasar la buena de Ea-) y no es conveniente revelar acá más datos, sólo que esta vez van Dormael se ha puesto él en el papel de Dios (todo creador es el Padre de su creación, al fin y al cabo) y decide darle buenos finales a todos salvo a ese Padre de la Creación al que confina de obrero en un país impronunciable.
¿Qué nos deja esta película si bien estamos en contra de las moralejas? Que tal como vivimos en el mundo estamos en manos de un Dios despótico (en el caso que existiera), o, más temiblemente, en manos del azar y que con un poco de compasión celeste se podría arribar a una concordia universal. Como bien decía yo (y luego descubrí que lo había dicho antes Voltaire) es una contradicción que Dios sea omnipresente, omnipotente y misericordioso. Es un flagrante chantaje. Algo no nos cierra.
Bueno, gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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