Acabo de ver esta película que tanto me recomendaron mis amigas y debo decir que no me enloqueció, tal vez me chocó un poco el tema, de ver a un hombre que se pasa toda la película travestido y comportándose como una mujer, pero tal vez sean mis prejuicios los que me impiden ver. De todas formas tengo que admitir que está muy bien facturada y realizada con mucha altura y hasta cierto vuelo poético.
Einor y Greda Wegener son un matrimonio de pintores que se lleva muy bien, si bien él es más aceptado como paisajista que ella como retratista. Una vez le falta la modelo a ella y le pide a su esposo que se ponga las medias y los zapatos de la chica en cuestión, él lo hace con cierto agrado y a partir de ahí no dejará de travestirse nunca más. A los diez minutos de película ya entramos en el tema, es un director que tira toda la carne sobre el asador de entrada. Cuando a los veinte minutos de película se vayan a acostar y ella descubra que él tiene puesto el enagua de la chica, Greda lo acaricia de forma provocativa, manoseándole una tetilla como si fuera un pecho femenino. De allí en más el fetichismo por la ropa de mujer será sagrado para él e incluso van a un baile marido y mujer pero Einor completamente travestido se hace pasar por Lilí, una prima de Einor. Lo que es curioso de analizar es la fascinación que despierta entre los hombres del baile que se le acercan e incluso uno de ellos lo besa. Ya de travestismo pasamos a homosexualidad. Pero quedémonos en la actitud de cross dreser que tiene él. Ya sabemos que los cross dreser son hombres casados, generalmente con hijos, que disfrutan vistiéndose de mujeres una o más veces al mes y se encuentran entre ellos para divertirse (no son gays ni tienen conductas homosexuales). Pero es casi patético confundir un hombre vestido de mujer con una mujer auténtica. Sería para estudiar el morbo que le produce a los hombres de esa fiesta acercarse a él e invitarlo a bailar o hasta intentar besarlo.
Yo también tuve mi experiencia con un cross dreser... Lo conocí por la página de citas a la que estoy suscripto y aunque "ella" informaba que tenía esa práctica, yo por desconocimiento acepté encontrarme. Quedamos un un restaurate céntrico y no bien entró (venía con otra chica -auténtica-) yo la relojée y dije: "esto es un tipo". Venía completamente vestido de mujer, pero uno lo advierte, y más otro hombre. Igual me acerqué a la mesa, me presenté y cenamos. Fue muy respetuosa y sólo charlamos de cine y de teatro hasta que los dos decidimos partir, cada uno por su lado, me dio su tarjeta (que yo rompí no bien salí de ahí) y no hubo otro contacto. Pero quiero decir que se percibe cuando un hombre está travestido y debe generar un morbo muy grande a los que tengan segundas (o terceras) intenciones, que todavía no logro explicarme.
Pero el que en la película empieza siendo cross dreser, pronto despunta como homosexual, más tarde se someterá a una operación de cambio de sexo con lo que ya es un transexual, aunque sigue viviendo con su esposa y teniendo sexo con ella, salvo cuando decide cambiar de género que allí ya se separan, aunque ella le sigue haciendo de soporte anímico.
La transformación me hizo recordar dos películas, una es la Madeleine de "Vértigo", del maestro Hitchcock, por eso de intentar transmutarse en otra mujer distinta a la que es y todo el fetichismo que se desplegaba en la relación de Kim Novak con James Stewart. Y la otra es "Yentl", dirigida y protagonizada por Barbra Streissand, dónde una mujer se hace pasar por hombre para poder estudiar, y despierta ciertos ratones (ocultados) en su amigo, que desconoce esta doble identidad. También ahí se veía el morbo que la ambivalencia puede suscitar.
Lo imperdonable de este film, aunque Eddie Redmayne esté muy bien maquillado y de veras parezca una mujer, es la torta mal coccionada que le han puesto de peluca, una cosa horrible, torcida y desagradable. El trabajo de él es realmente encomiable, tanto como el de Gerda (Alicia Vikander) que se presenta acá como la verdadera víctima del suceso (no quiero decir que Einor no lo sea, pero en todo caso es víctima de sí mismo). Las metáforas utilizadas son un tanto obvias, como aquella en que Einor está vestido de Lilí y Gerda corta una zanahoria en rebanadas, o la de la chalina de Lilí volando por los aires sobre el final de la película. Hay una toma interesante que se da en los primeros planos. Cuando él se coloca por primera vez los zapatos femeninos hay un desenfoque, una difuminación de la imagen lo que nos quiere demostrar como cierta epifanía se apodera de esa trasmutación. La película transcurre en Copenhague y París de 1926 y está basada en un caso real, la primera operación de trasgénero que se llevó a cabo y marca un hito dentro de la historia de la sexualidad humana. Einor encontró un médico que lo quiso operar, cuando los demás lo encasillaban como "demente", "degenerado" y hasta "esquizofrénico". Es muy meritoria la labor de Tom Hooper en la dirección que le supo dar el tono exacto a cada escena, sin caer nunca en la vulgaridad o en el facilismo que el tema auspiciaba.
Es sin duda una película para alabar, aunque sea un poco difícil de masticar por momentos debido a la débil frontera entre lo normal y lo anormal que se plantea.
Gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
No hay comentarios:
Publicar un comentario