miércoles, 4 de mayo de 2016

Mi crítica de "Lovemusik" (Teatro)

Tenemos que sacarnos la costumbre de endiosar gente. Y más a los artistas. Eso ha pasado con Elena Roger a quien se considera la gran representante (e infalible) muestra del musical argentino e internacional. Lo que pasa que Elena la pegó en Londres y en Broadway tanto con "Piaf" como con "Evita", entonces, si la reconocen allá, es Gardel... Y a veces la pifia con los proyectos. Pasó el año pasado con "Ay, Carmela!", con una obra que se resentía por su gran estiramiento. Y este año pasa con "Lovemusik", la obra musical que cuenta la relación entre Lotte Lennya y el músico Kurt Weill.
La idea es buena, la de reflotar la música de ese genio que fue Weill, sumado al gran poeta y letrista Bertolt Brecht y la de mostrar esa relación. La obra comienza cuando Weill va a visitar a un amigo a Alemania y es recibido en el embarcadero por Lennya, quien inmediatamente desata su pasión. De allí al romance y al convivir y posterior casamiento hay un sólo paso. Pero sucede que Lotte es una excelente cantante, y despierta enseguida las musas de Kurt (de paso, cuando sólo escribe siguiendo su inspiración "anticomercial" puede lograr una canción que bien podría ser de Leo Maslíah cuando se hace el tonto). Weill comienza a componer para ella y pronto traba relación con Brecht, una relación buscada por él ya que lo consideraba el poeta perfecto para su música. Siempre es un placer escuchar la música "circense" de Weill (que me hace recordar mucho a la de Nino Rota para el mejor Fellini, hay un cierto parentesco, una cierta paternidad), y deslumbran en la puesta canciones como "Moritat", "Mack the Knife", "Alabama Song", "September Song" o "Surabaya Johnny" (entre las que alcancé a descubrir). Lo cierto es que Roger las canta con singular belleza y un timbre muy afinado, tanto en castellano como en alemán (una de las pocas lenguas en las que le faltaba cantar). Esteban Meloni, en el rol de Weill, también canta correctamente y "se defiende", mientras que Diego Mariani (con quien compartió cartel Roger en "Ay, Carmela!") es muy buen cantante y aquí tiene poco espacio para demostrarlo. Los ensambles también son perfectos, sobre todo el de las tres chicas. 
Pero sigamos con la historia. Brecht toma audiciones para "La Ópera de Tres Centavos" (escrita en combinación con Weill) y resulta elegida Lennya para el papel principal. Ella, que no oculta su pasado de sirvienta y prostituta, sigue engañando a Kurt con cada bicho que se le asoma. Pero llega el año 33 en Alemania y Weill, dado su condición de judío, debe huir de la noche a la mañana, dejando a Lennya e instalándose en París. La casualidad querrá que se vuelvan a juntar y viajen juntos a Estados Unidos donde proseguirán su vida de casados, engañándose mutuamente a más no poder. Kurt Weill se convierte en músico de películas para Hollywood y Lotte Lennya se abrirá paso en los clubs nocturnos como cantante de la música de su esposo. Hasta que, después de separarse, Weill muera prematuramente, sostenido en el hospital por las manos de ella y declarándole que fue su único amor.
Si vamos a empezar con minucias, no se entiende por qué esta obra es "prohibida para menores de 16 años", ya que no tiene nada de escandaloso en su puesta. La crítica del cronista de "La Nación" que decía que cantaban todo en el centro del escenario, como si de un recital se tratase, les ayudó a corregir la estética y ya eso no sucede, cantan en varios espacios. Pero sigamos criticando. ¿Qué efecto tiene el de poner una "piscina" en medio del escenario y que ella camine por el agua y termine mojándose todo el vestido envuelta en las aguas? Como efecto dramático ninguno, y como estético, tal vez sirva para distraer un poco de la escenografía minimalista que usan... Pero la obra, a pesar de durar sólo una hora treinta y cinco minutos, resulta pesada y larga. ¿Por qué, si todo está en su justo lugar? Las canciones son hermosas, las voces también, las actuaciones son buenas... Lo escuché de boca de una espectadora: "No me conmovió". Y ahí está el gran defecto. No conmueve, la historia no llega al público. La obra está mal escrita (El libro es de Alfred Uhry, un señor que supo escribir la obra teatral y el guión de "Conduciendo a Miss Daisy" y ganar un Oscar por ello), no profundiza en ninguno de los temas, crea viñetas aisladas tocando todo por encima. La cuestión es darle cohesión a un puñado de canciones. Y aquí es donde digo que Elena Roger, con su cuerpecito frágil y su gran prestancia escénica no logra sostener todo el peso de una obra que, justamente, no tiene peso. Porque no existe tal obra. Es un simulacro. No importa que el director sea el norteamericano Jonathan Butterell, muy prestigiado en su tierra, acá sólo conocido por su puesta de "La Novicia Rebelde" en el Ópera. Lo que importa es que es imposible sostenerla, aún con cinco músicos en escena (muy buenos eso sí).
Por lo tanto "Lovemusik" me defraudó enormemente ya que se la presenta como "el hecho teatral del año" y de teatro vi muy poco.
Gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario